Como viene
siendo habitual últimamente, los medios de comunicación vuelven a poner el foco en nuestra profesión. Jamás habían
difundido tantas noticias sobre arquitectura como en los últimos tiempos. Nunca
antes se habían molestado lo más mínimo en tratar de retratar el día a día de un
arquitecto de a pie, ya que por entonces preferían centrarse únicamente en los
peces gordos y en las superestrellas del momento. Parece que los periodistas
sólo están presentes cuando hay verdadera carnaza con la que poder rellenar
páginas y artículos de todo tipo y condición.
Cuando las cosas iban
bien sólo veíamos retratados en los periódicos a los magnates del star-system
arquitectónico. Nos sorprendían con sus buenos modales y nos
daban clases magistrales sobre sus exquisitas y refinadas excentricidades
artísticas. Eran los elegidos. Eran los dioses. Eran los sabios. Eran únicos.
Eran populares. Eran el reflejo del éxito. Y eran, cómo no, ricos.
Entonces no había lugar
para compositores desconocidos.
En esos tiempos sólo
había espacio para las Shakiras de turno.