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26 abr 2011

Shakiras versus Fulanitos

Como viene siendo habitual últimamente, los medios de comunicación vuelven a poner el foco en nuestra profesión. Jamás habían difundido tantas noticias sobre arquitectura como en los últimos tiempos. Nunca antes se habían molestado lo más mínimo en tratar de retratar el día a día de un arquitecto de a pie, ya que por entonces preferían centrarse únicamente en los peces gordos y en las superestrellas del momento. Parece que los periodistas sólo están presentes cuando hay verdadera carnaza con la que poder rellenar páginas y artículos de todo tipo y condición.

Cuando las cosas iban bien sólo veíamos retratados en los periódicos a los magnates del star-system arquitectónico. Nos sorprendían con sus buenos modales y nos daban clases magistrales sobre sus exquisitas y refinadas excentricidades artísticas. Eran los elegidos. Eran los dioses. Eran los sabios. Eran únicos. Eran populares. Eran el reflejo del éxito. Y eran, cómo no, ricos.

Entonces no había lugar para compositores desconocidos.

En esos tiempos sólo había espacio para las Shakiras de turno.

Diseñadores, arquitectos y estrellas mediáticas vestidas de Armani nos revelaban las claves de cómo proyectaban sus lujosos edificios utilizando nada más que su inspiración divina. Lo que para cualquier humano sólo era una simple servilleta usada, para ellos un lienzo perfecto donde dibujar ese improvisado garabato capaz de concentrar en unos cuantos trazos la idea generadora de sus inmaculados proyectos. La esencia de la mente del artista condensada en un simple croquis que meses después se convertiría, como por arte de magia, en un singular edificio del Upper East Side de Manhattan. Y sin que ellos se arrugasen la camisa de firma ni se descolocase un sólo pelo de su cabellera engominada. Las gafas de pasta permanecían en su sitio y la dentadura siempre parecía retocada por Photoshop. 

Todo era magia. Todo era arte y elegancia.

Calatrava parecía ser el único arquitecto que existía sobre la faz de la tierra y el día que tocaba hablar de mujeres arquitectos, ahí tenían a la incombustible y luchadora Zaha, abriéndose camino a mordiscos dentro de una profesión históricamente dominada por hombres. 

Estos eran los tiempos de las Shakiras y los Justin Biebers. Los tiempos del photocall y del ensalzamiento de los elegidos. Eran los momentos del vino y las rosas. Eran los tiempos de bonanza en los que sólo importaban los grandes. Los triunfadores. Los destacados. No había sitio para los profesionales anónimos que no fueran ídolos de masas. El circo estaba más preocupado de llenar sus páginas con temas bien distintos y jamás hubo un sólo artículo que no estuviera catalogado en la sección "Tendencias" del suplemento dominical de un periódico.

Todo era precioso. Y todos eran héroes triunfadores.

Pero hoy las Shakiras ya no venden tantos ejemplares. Es el tiempo de los Fulanitos

Ahora que las cosas pintan mal, los medios de comunicación han cambiado su estrategia. De un tiempo a esta parte únicamente se entran en el arquitecto anónimo que lucha por salir adelante. Pedro es un arquitecto de 30 años que ha tenido que emigrar al Congo para trabajar extrayendo Coltán en jornadas de 19 horas al día cobrando una media de 10 dólares a la semana. Marta tuvo que vender un riñón en el mercado negro de tráfico de órganos para poder devolver a la administración los IVAs de las facturas que ésta todavía no le había abonado. Alberto y Cristina, que obtuvieron sendos Premios Especiales de Fin de Carrera en el año 2003, han tenido que cerrar su pequeño estudio a las afueras de Madrid para convertirse en mulas de un cártel de narcos en la localidad de El Paso y ahora se dedican a introducir cocaína en sus esfínteres. Mientras tanto sus socios se han especializado en el ilustre arte del PingPong Show en un club de las afueras de Bangkok y no les va nada mal.

En los tiempos que corren, los periodistas sí que buscan arquitectos no mediáticos y nos cuentan con detalle sus dramáticas historias ilustrando los artículos con una fotografía firmada con los nombres y apellidos de los protagonistas.

Ahora ya no salimos en la sección de Tendencias de las revistas de moda ni junto a los anuncios de Hermés de los suplementos dominicales más fashion, sino que ocupamos las páginas de sucesos. En breve quizá nos reserven un hueco en las esquelas.

El último artículo con el que nos deleita El País se titula "De arquitectos a tenderos" y viene acompañado del dramatismo habitual que tanto le gusta a la prensa.

El reportaje no defrauda e incluye todos los ingredientes y tópicos sobre los Fulanitos. No se deja nada en el tintero. Veamos:

1. Comienza con nombres propios y una fotografía de los protagonistas: Xavi y Mariona. Antes arquitectos, ahora regentes de un pequeño supermercado.

2. Está plagado de datos y más datos de esos que ya todos nos sabemos de carrerilla: el 30% de los arquitectos colegiados no visaron ni un solo proyecto en 2010 / la superficie visada, es decir, la que se prevé construir, ha caído el 85% desde 2006 / ese año se visaron 30,5 millones de metros cuadrados mientras que en 2010 la cifra bajó hasta los 4,5 millones de metros cuadrados / si durante la burbuja inmobiliaria se visaron hasta 130.000 viviendas al año en Cataluña, en 2010 fueron unas 8.000.

3. Incluye unas sobrecogedoras y vergonzosas declaraciones de algún miembro de un Colegio de Arquitectos: El decano del Colegio de Cataluña se muestra crítico con el papel de las Administraciones: "era un sector sobredimensionado, pero tenemos la sensación de que las Administraciones han dejado al sector en caída libre". 

4. Contiene una historia de superación, entrega y de personas que se reinventan a sí mismas ante situaciones adversas. Como si fuera una especie de moraleja con la que nos machacan constantemente como advirtiéndonos: "Pensad en algo para salir del agujero. ¿No veis que hay gente que lo hace? No os quedéis buscando a los culpables de la crisis y encontrad soluciones antes de que sea tarde, insensatos".

Siempre es el mismo cuento con diferentes protagonistas. Lo que vende son las historias de superación y los dramatismos de un colectivo que se ha visto inmerso en un agujero del que difícilmente podrá salir airoso. Eso vende. La carnaza vende. 

Personalmente me parece muy loable la historia de Xavi y Mariona. No tengo nada en contra de ellos e igualmente no tengo nada en contra de ningún Fulanito ni Menganito que nos cuentan su milagrosa reconversión en los diarios. Este post no va de todos ellos sino del periodismo de titular fácil. Uno ya se cansa de tanto cuento cada vez que abre un periódico. Ni antes lo hicieron bien fabricando mitos vivos a los que admirar e idolatrar, ni ahora están acertando con tanto melodrama barato más propio de una telenovela cutre que de un periódico de tirada nacional.

Detestamos en su día la soberbia de las Shakiras y admiramos hoy la valentía y los recursos de surpervivencia de los Fulanitos. Y uno empieza a estar cansado de ver cómo a los periodistas les aburre tanto la realidad que quieren fabricarla y moldearla a su antojo a golpe de clickbait.

1 comentario :

mmas.arquitectura@gmail.com dijo...

Estos también son inocentes:
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/28/suvivienda/1304005330.html

Pobres, ellos tampoco se habían dado cuenta de que los estaban utilizando como punta de lanza del liberalismo, ellos no son culpables, aunque hayn obtenido beneficio (¡sacrilegio!, he dicho "beneficio").