Cada día entramos en nuestra pequeña Torre de Babel particular.
La composición de nuestro micromundo universitario es la siguiente: Ana, que es una chica gallega muy simpática. Nadia, que nació en España porque allí emigraron sus padres hace muchos años, escapando de la gélida Rusia. Takahashi Kiyoshi es un señor japonés de 61 años que no habla inglés pero escribe unos caracteres chinos preciosos. Malí es una animadísima señora venezolana que ha venido a Shanghai a vivir con sus hijos, porque ellos llevan bastantes años por estas tierras y tienen su vida hecha en China. Laurien, una chica holandesa que vive con una familia china de au-pair. Fran, un chico argentino absolutamente único, hijo de emigrantes coreanos, que ha venido a Shanghai para aprender chino y con el que estamos pasando ratos muy divertidos.
De Indonesia son Nicky y Arline, concretamente de Java y Yessie que es de Bali. Dan es de Dinamarca, habla un inglés totalmente americano y vive cerca de Copenhague. Dana es de Kazajstán. Luego están el trío calavera compuesto por tres chicos japoneses con nombres que no puedo reproducir aquí, que tampoco saben inglés y con los que nos tenemos que comunicar gracias al poco chino que sabemos unos y otros. Alí es de Ankara y no sabe ningún otro idioma aparte del turco, un poquito de chino y cuatro palabras malsonantes que le hemos enseñado en español. Dario es un chaval alemán que lleva tres años en Shanghai pero no ha aprendido chino y por eso se apuntó a la universidad. Y si no me dejo a nadie la clase se completa con tres chicas y un chico, todos ellos surcoreanos.
De Indonesia son Nicky y Arline, concretamente de Java y Yessie que es de Bali. Dan es de Dinamarca, habla un inglés totalmente americano y vive cerca de Copenhague. Dana es de Kazajstán. Luego están el trío calavera compuesto por tres chicos japoneses con nombres que no puedo reproducir aquí, que tampoco saben inglés y con los que nos tenemos que comunicar gracias al poco chino que sabemos unos y otros. Alí es de Ankara y no sabe ningún otro idioma aparte del turco, un poquito de chino y cuatro palabras malsonantes que le hemos enseñado en español. Dario es un chaval alemán que lleva tres años en Shanghai pero no ha aprendido chino y por eso se apuntó a la universidad. Y si no me dejo a nadie la clase se completa con tres chicas y un chico, todos ellos surcoreanos.
Estamos hablando únicamente de una clase. De nuestra clase. Pero como la nuestra hay otras muchas. Y también hay muchos más edificios en la universidad donde se imparten clases de diferentes carreras a chinos y a laowais. Miles de personas de diferentes lugares del mundo tratándose de entender los unos a los otros en cualquier idioma posible.
¿Quién nos iba a decir a nosotros hace unos meses que íbamos a estar descubriendo esta Torre de Babel?
Alguien nos dijo el otro día que estas situaciones en las que un montón de gente de diferentes partes del mundo y diferentes culturas coinciden en un mismo lugar y se ponen a hablar en distintos idiomas, suelen resultar experiencias muy interesantes. Y es completamente cierto.
En la misma conversación hay gente hablando en inglés, en turco, en alemán, en francés, en chino, en japonés, en koreano y en indonesio. Pero al final todo el mundo se entiende dentro de esta pequeña Torre.
Cuando las palabras y los gestos no funcionan, siempre nos quedarán las sonrisas.
Y las sonrisas nunca fallan.
1 comentario :
¿Habéis probado a sonreirle a la kazaja? :P
...Y en el coro de Babel, desafina un español..
Un abrazote.
Mónica
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