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9 feb 2011

Keep Out: Una reflexión sobre los riesgos, los miedos y las incertidumbres

Hace unos días un buen amigo nos envió un mail en el que realizaba una reflexión sobre los riesgos. Nos hablaba de la existencia generalizada dentro de las clases medias occidentales, de una actitud de no asumir ningún riesgo. Una clase media que se alimenta de prejuicios y de mala prensa. Una sociedad que se carga de excusas para quedarse quieta y no desviarse en exceso del cómodo camino que han creado artificialmente para ellos. La conclusión era que, como ya hemos dicho en este blog alguna que otra vez, vivimos dentro de una sociedad condescendiente, autómata y conformista, compuesta por individuos que han asumido desde hace tiempo su papel de robots, bufones y esclavos dentro de una pirámide jerárquica impuesta por organismos e instituciones que se aprovechan sin dudarlo de sus inmovilismos y de sus inacciones. No piensan que la base de la pirámide es la única capaz de desestabilizar a toda la estructura, así que convierten la no actuación en la base diaria de sus quehaceres, con el objetivo de evitar que el sistema en el que viven (del que nunca serán nada más que esclavos y siervos) se desmorone sobre sus cabezas.

Sólo los peces muertos nadan a favor de la corriente. Y esto no significa tener que ir en contra de la mayoría por una cuestión simplista de llamar la atención o ser diferentes, sino más bien por una convicción interna, honesta y real de que quizá únicamente se puedan dar ciertos pasos importantes en la vida asumiendo algunos riesgos. El problema es que desde pequeños, nuestra educación ha sido exactamente la contraria. Nos educaron para buscar una cómoda estabilidad propiciada por seguir el camino predefinido. Vivimos en sociedades que premian las vidas que siguen el curso de lo establecido.


El riesgo implica cometer errores. Los errores implican pequeños o grandes fracasos. Y el fracaso, dentro de la educación implica que nos señalen con el dedo y sentencien: "¿Ves? Ya te decía yo que no merecía la pena". El fracaso lleva asociado la posibilidad de perder lo que uno tiene. Y es ahí precisamente donde conviene pararse realmente a pensar si realmente tenemos algo que no merece la pena poner en riesgo.

El riesgo también implica inestabilidad. Y eso no es algo bueno si observamos los cánones internos por los que se que rigen estas inactivas, cómodas e infelices clases medias.

Tras este debate, hablamos largo y tendido acerca de la decisión que habíamos tomado nosotros de marcharnos a otro país a probar suerte a pesar de tener trabajo aquí. Hablamos de los riesgos que suponía una decisión de ese tipo. También comentamos el caso de otros compañeros que se arriesgaron a montar una empresa, otros que se lanzaron de cabeza a desarrollar una idea en la que creían y otros tantos que a pesar de tener un trabajo estable en el que poder aburrirse de por vida, decidieron seguir manteniendo vivo ese espíritu de constante inestabilidad.

Así surgió esta pequeña reflexión sobre los riesgos que enviamos a nuestros amigos en forma de correo electrónico, y que hoy queremos compartirla en el blog con todo aquel que quiera leerla. 



Keep Out

¿Por qué hemos decidido irnos fuera? ¿Por qué, teniendo trabajo y una vida relativamente estable, hemos decidido optar por dejarlo todo durante un tiempo y salir a ver qué encontramos? ¿Por qué? Muy sencillo. Por probar. Por perder. Por ganar. Por jugar. Por seguir soñando. Por improvisar. Por sentir. Por no acomodarnos. Por buscar. Por no estancarnos. Por una cuestión básica de auto subsistencia. En definitiva, por seguir respirando. 

Por seguir viviendo.

Porque lo único que puede ocurrir en caso de que las cosas no salgan todo lo bien que uno espera es regresar con más energía que nunca. Porque hemos dejado de tener miedo a fracasar ya que creemos que no existen los fracasos tal como los entendíamos hasta ahora. Durante nuestra vida nos han enseñado a elegir el camino correcto siguiendo los parámetros prefijados por una educación basada en unos principios absurdos. Pero jamás nos han enseñado a ver que uno también puede abrir sus propias sendas. Y queremos ver con nuestros propios ojos, al menos durante un tiempo, si somos capaces de hacerlo.


Lo de no asumir riesgos en la clase media es un tema lógico hasta cierto punto. Bastantes riesgos tenemos que asumir con todo lo que nos rodea (hipotecas, créditos, impuestos, hijos, sobrevivir en lugar de vivir) como para querer afrontar retos nuevos. La posición de funcionario es muy cómoda y asegura una estabilidad importante desde el punto de vista conservador que se deriva de la fórmula: 

Estabilidad + Control de Riesgos = Vida Normal

La gente que asume riesgos acaba por no llevar una vida normal. Pero la pregunta clave es: ¿Qué es una vida normal? Si una vida normal es lo que nos rodea, ¿estamos convencidos de querer seguir ese camino?. En este momento nosotros todavía no lo estamos. No nos gustaría saber que nuestras vidas ya están definidas por fases inamovibles a las que no hemos llegado por decisión propia sino por imposición ajena, ni nos gustaría tener las cosas claras sobre lo que vamos a hacer hoy o sobre qué nos va a pasar mañana.

Pero el riesgo conlleva dos cosas: Vencer miedos y afrontar incertidumbres. Tomar las riendas de tu vida para decidir por dónde quieres continuar implica abrir nuevos caminos y no ir por la senda que tenemos marcada y que sabemos a dónde te lleva.


Esto es jodido. Muy jodido. Y es bastante probable que llegues a callejones sin salida y que te equivoques de dirección, o que al final del camino haya un precipicio que te obligue a desandar el camino andado. Pero también es verdad que de esa manera eres tú quien decide por qué y para qué tomas cada rumbo en tu vida. Eres un poco más libre y cuando seas mayor y mires hacia atrás, probablemente te sentirás orgulloso de ti mismo por lo que has hecho y te podrás mirar satisfecho al espejo y pensar: "Qué demonios. Al menos lo pasé bien. Al menos viví. Al menos fui yo mismo. Al menos tome mis decisiones y me pasaron cosas interesantes. Al menos soy un poco menos robot, un poco menos bufón, un poco menos autómata".

Quizás nos estamos equivocando. Ahora mismo la tristeza por todo lo que vamos a dejar atrás llena cada hueco de nuestras almas. Es como el que monta una empresa y piensa, ¿y si todo este dinero, esfuerzo e ilusión termina en saco roto? ¿Y si todo aquello que he de sacrificar no me genera al menos una satisfacción personal? 


Si todo el mundo actuase siguiendo los dictados del miedo, nadie haría nada.

La mejor decisión de mi vida fue venir a Madrid en el año 1996 a estudiar la carrera de arquitectura. Lo que me pasó, lo que he vivido y a la gente que he conocido todos estos años han formado todo lo que soy ahora mismo. Y me miro al espejo y pienso: "Sí, la verdad es que no me esperaba que mi título no valiese para nada y no me esperaba tanta insatisfacción con el mundo profesional al que me dedico. Pero estoy orgulloso y no cambiaría ni una coma de mi vida. Estoy más que satisfecho con todo lo que me ha pasado y con lo que soy ahora". La decisión más importante de mi vida implicó en aquel momento asumir un gran riesgo y dejar atrás a mi familia. Aquello, en aquel momento, me paralizó y me hizo temblar de miedo.


Cuando llegué a Madrid tenía aún 17 años y no sabía que coño estaba haciendo, ni si iba a ser capaz de terminar una carrera esta, ni si iba a conseguir arreglármelas por mi mismo sin ayuda de nadie, ni si iba a lograr sobrellevar todo lo que me esperaba. Hoy, casi 15 años después, dejo Madrid y miro en la 'maleta de mi vida' y me llevo muchas cosas buenas. Me llevo mi carrera, me llevo mi satisfacción por tratar de ir haciendo las cosas lo mejor que he sabido, me llevo a la persona a la que quiero, me llevo la madurez de la que carecía cuando llegué aquí y me llevo a unos seres increíbles que sois todos vosotros. 


Me llevo en mi maleta una familia de gente buena que jamás hubiera conocido de no ser porque un buen día decidí venir a Madrid. Me llevo a todos y cada uno de vosotros que habéis hecho que en parte yo sea tal y como soy ahora. 


Es por ello por lo que creo, que a pesar de lo que me cuesta coger un avión y plantarme sin trabajo en un lugar donde nadie me entiende ni en inglés, a pesar de todos mis miedos y de todo lo que dejo temporalmente atrás, creo que esta nueva decisión sólo puede ser para bien.

No me considero valiente. Pero no quiero que el día de mañana, cuando ya sea viejo, mire hacia atrás y piense: "¿Por qué no probaría? ¿Por qué no lo intenté? ¿Por qué coño no arriesgué para ver que hubiera ocurrido?" 


Estamos diariamente quejándonos de nuestra mala situación laboral y de las nulas perspectivas profesionales que tenemos a futuro. Y la pregunta ante todo este panorama es: "¿Por qué demonios no mandamos todo a la mierda?" Si lo que tenemos vale tan poco, entonces no es ningún problema dejarlo todo y probar otra cosa diferente. 


Dentro de unos pocos años ni siquiera nos van a permitir arriesgar. Porque la gente que arriesga y que toma las riendas de su vida decidiendo hacia donde quiere dirigir su ruta es muy peligrosa para el sistema. Porque eso significa que no tienen tanto miedo. Y la gente que no tiene miedo, piensa, actúa, abre caminos y es libre. Y no quieren eso. 


Eso es precisamente lo único a lo que ellos tienen miedo de verdad.

En unos años ni siquiera se podrá probar. Porque tendrás más cargas personales, familiares o sociales. Porque tendrás todavía más y más miedo. Porque un cálculo erróneo podría poner tu futuro al borde del abismo. Además de eso, el propio sistema te lo impedirá: visados limitados, tasas e impuestos abusivos, fronteras cerradas, muros, zancadillas, restricciones, prohibiciones y negaciones. Toda la maquinaria intenta que la gente no se mueva. El Tinglado se encarga de que tú, ser ínfimo de clase media, la base de la pirámide de producción, sigas levantándote a trabajar cada mañana sin plantearte nada más. Sigas consumiendo. Sigas basando tu felicidad en los artículos que posees y que te poseen. Y sigas no preguntándote a ti mismo cosas como "¿Hacia dónde demonios llevará ese camino de allá, que tiene una barrera y está marcado con un cartel en el que pone Prohibido Pasar?"


Ellos se encargan de que no te desvíes del camino marcado como 'seguro' para que no tengan competencia y sigas cumpliendo con tu deber. Para que ellos ganen tú tienes que seguir jugando tu rol. Tienes que derramar el sudor de tu frente levantándote cada mañana para ir a un trabajo que odias. Debes jugarte tu escaso dinero en un sistema bursátil que jamás entenderás y en el que la banca es la única que acaba ganando. Debes crearte nuevas necesidades que te obliguen a seguir consumiendo cosas que no necesitas. Tienes que continuar votando a unos políticos que sabes que jamás harán nada por ti. Tienes seguir intoxicándote paulatinamente con las mentiras flagrantes que oyes en los medios de comunicación. En definitiva, debes ser única y exlusivamente 
un dócil robot que les mantenga a ellos bien arriba. 

Eso es lo único que quieren. Que evitemos los posibles atajos y las nuevas sendas colocando cartelitos amenazantes de "Prohibido el Paso. Por favor, siga la senda de su vecino que es mucho mejor, más cómoda y sobre todo, mucho más segura".

La cuestión es crear. Hagas lo que hagas cada día, CREA. Porque sólo creando CREARÁS. Sólo probando CREARÁS. Sólo jugando, CREARÁS. Sólo venciendo el miedo CREARÁS. Y sólo creando se es libre y se consigue que todo esto que llamamos VIDA (y que es mucho más corto de lo que parece) merezca la pena.


Es por ello y por mucho más, por lo que hemos decidido dar este pequeño paso para la humanidad y este gigantesco salto para nosotros. Para vencer el miedo y para sentirnos un poco más vivos por dentro. Para no permitir que debiliten nuestra luz. Para dejar de ser unos autómatas y para que no sea la vida la que pasa por delante de nosotros sin que hagamos absolutamente nada más que ser unos observadores pasivos de los sucesos que acontecen en ella. Quiero ser el protagonista de mi propia vida, aunque eso suponga estar acojonado durante un tiempo, echar de menos a mucha gente y pasarlas canutas. 


Quiero vivir. Nada más que eso.


Quizá mañana regrese y mirando en mi maleta descubra que apenas tengo algo material. Pero si busco y rebusco bien entre las telarañas y el fracaso, seguramente encontraré nuevas risas, nuevas ilusiones, nuevas perspectivas, nuevas emociones y un puñado de buena gente que siempre estarán allí para lo que sea (al igual que todos vosotros) y que me acompañarán en mi interior esté donde esté. Y quizá, si sigo buscando y mirando bien dentro de esa maleta, me vea a mi mismo de nuevo. Y descubriré que soy otra persona. Más grande. Más viva. Mejor. Y eso, amigos, es impagable.


La vida es crear, probar, fallar, acertar y sobre todo aprender, crecer y vivir.


Retomemos todos la senda que tiene colgado el cartel de "Prohibido el Paso: Camino peligroso. La entrada cuesta la razón y puede que la vida. Sendero Sólo Para Locos".


Hay muchos caminos con ese cartel colgado. 
Seamos todos unos locos. Ahora que todavía podemos.

Un beso a todos, amigos.

7 comentarios :

Bea Solache dijo...

Wow.

Mucha suerte, :)

mmas.arquitectura@gmail.com dijo...

Enhorabuena...

Juan Hernández dijo...

Enhorabuena por la decisiòn, mi novia y yo, también arquitectos, nos marchamos de Madrid hace ya 7 meses, bien es cierto que a un lugar mucho màs cercano y "seguro": Suiza. Nos pudo un poco el miedo y nos quedamos a medio salto pero a pesar de todo ha sido (sigue siendo aunque cada vez menos) durillo asì que no me quiero ni imaginar lo que esto ha supuesto para vosotros.
Muchìsimo ànimo y disfrutad de la experiencia.

PD. Nota curiosa: en Septiembre, a falta de una semana para volar me llamaron de Aquilia (la empresa en la que Nieves trabajaba? de lo que uno se entera por linkedin...) para ofrecerme curro, después de un año subsistiendo de mala manera. Les dije que me habìa salido trabajo en Suiza, mentira, pero me alegro de no haberme rajado. Asì que de alguna manera muy indirecta nos cruzamos.

multido dijo...

Para @juanhernández:

Os deseo igualmente mucha suerte. Es una decisión difícil pero como explicamos en el post, creemos que por muy mal que salga la experiencia merecerá la pena.

Nosotros dejamos nuestros trabajos para vivir esta aventura... y salga bien o salga mal no nos arrepentiremos jamás de lo que estamos viviendo y de lo que nos queda por vivir...

Cualquier cosa que queráis compartir de vuestra nueva vida por las tierras de Suiza, contad con nosotros. Estaremos encantados de saber cómo se lo montan los arquitectos expatriados por todo el mundo.

Un abrazo muy fuerte desde China.

Jorge Nieto Pujol dijo...

Me lo voy a imprimir y colgar en la nevera ahora que nosotros estamos a punto de dar ese pequeño paso. Esta entrada te llena de vitalidad y valor para hacerlo. Gracias Julen.
Jorge (amigo de Chema y tuyo, claro)

Manu dijo...

Enhorabuena por el artículo y por la suerte que tenéis de vivir un poco vuestro sueño cada día. Como excurrito en China (por poco tiempo, y creo que en breve volveré a ver qué tal) me ha encantado vuestro blog y esta entrada en particular.

multido dijo...

Muchas gracias por tu comentario @Manu.

Escribimos esta entrada hace poco más de un año, en un momento clave para nosotros ya que estábamos a punto de dar un paso que no sabíamos lo que nos iba a deparar. Tal día como hoy, justamente, hace exactamente 365 días que aterrizamos en Shanghai, y al leer de nuevo esta entrada seguimos suscribiendo cada una de las letras que la componen.

Esperamos seguir contando todo lo que nos vaya ocurriendo por aquí, con más asiduidad que hasta ahora... ya que no hemos tenido demasiado tiempo para mantener actualizado el blog como es debido.

Nos alegra mucho que te haya gustado el blog... esta es tu casa para cuando quieras venir a echar un vistazo a nuestras pequeñas historias.

Un fuerte abrazo.