"La vida es un soplo. Todo acaba. Me dicen que después que yo muera, otras personas verán mi obra. Pero esas personas también morirán. Y vendrán otras, que también se irán. La inmortalidad es una fantasía, una manera de olvidar la realidad. Lo que importa, mientras estamos aquí, es la vida, la gente. Abrazar a los amigos, vivir feliz. Cambiar el mundo. Y nada más.”
Hoy la ciudad de Brasilia es una ciudad huérfana.
Tras un mes hospitalizado, Oscar Niemeyer falleció ayer en Río de Janeiro a los 104 años de edad. Con él se marcha el último maestro de la arquitectura del siglo XX que quedaba entre nosotros. Con él acaba una saga de genios ilustres que fueron capaces de revolucionar el mundo con sus ideas y sus pasiones. Con él finaliza una estirpe de arquitectos que supieron materializar sus sueños en espacios de una manera sublime, con una elegancia épica, con una honestidad digna de admiración y respeto. Con él, en definitiva, se cierra un capítulo de la historia de lo que una vez, hace no demasiado tiempo, significó ser arquitecto.
Oscar Niemeyer ha dejado de dibujar para siempre pero sus trazos de excelencia permanecerán en nuestras memorias y en nuestros corazones.
"La gente tiene que soñar, porque de lo contrario no se realizan las cosas”, decía Niemeyer.
Nosotros seguiremos soñando mientras podamos, porque eso es lo único que no nos puede arrebatar nadie.
Gracias por todo, Maestro.
Muchas gracias por habernos hecho partícipes de tus sueños.
1 comentario :
!!Eres todo un poeta¡¡
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