Huertos Urbanos

El principal problema de los huertos urbanos es el hecho de disponer de un trocito de terreno cuando uno vive en el centro de una gran ciudad. En este caso, tener una mini parcela de tierra se convierte en algo verdaderamente complicado.

La solución que probablemente adoptaríamos los arquitectos para este caso sería empezar a proyectar viviendas en el centro de grandes asentamientos urbanos, dedicando una parte de su superficie doméstica a poder colocar un huerto. Programa: Salón/estar, cocina, dormitorios, baño, tendedero y huerta. Un solución con mucho gancho para un concurso de ideas pero con dudosa aplicación real teniendo presente la concepción actual de la vivienda en ámbitos sociales (que suelen ser muy variados) y políticos (que suelen ser muy interesados).

Nos parece que la solución va más encaminada a planteamientos referentes a la idea global de 'ciudad', más que al ámbito doméstico de 'vivienda'. Es decir, que sería más sencillo incorporar ciertas micro-estructuras urbanas que permitan que un número indeterminado de habitantes puedan utilizarlos con fines diversos, sin depender tanto de destinar a tales usos una parte de los metros cuadrados que vas a utilizar para vivir.

Buscando y rebuscando hemos encontrado dos ejemplos que nos parecen muy interesantes y muy diferentes entre sí:

+ El primero hace referencia a la construcción de un nuevo modelo de barrio de vivienda asequible que propone nuevos entornos habitables. Es el Proyecto Sociópolis en Valencia.

En este proyecto la transformación urbana viene guiada por la voluntad de proteger el máximo de superficie de 'huerta' (que son las tradicionales zonas agrícolas entorno a la ciudad de Valencia) regada con aguas del río Turia a través de las 'acequias' que construyeron los árabes hace mas de 800 años. Este desarrollo urbano, fomenta la protección del paisaje y del medio ambiente, al mismo tiempo que cumple una función social al facilitar viviendas a un precio tasado a una gran cantidad de personas. En el barrio se conservan cuatro alquerías historicas, y alrededor de ellas se plantean zonas de "huertos urbanos" cuidados por los propios habitantes del barrio. Asimismo en el barrio se fomenta la interacción social y el sentido de comunidad a través de instalaciones deportivas como un campo de fútbol, circuito atlético, zonas de juegos y skating.

+ El segundo ejemplo consiste en una serie de mini parcelas de unos 2-3 metros cuadrados que funcionan amodo de huertos urbanos en la ciudad de Tokyo, aprovechando ciertas estructuras de la ciudad sin un uso social aparente. En el caso de las fotos, se ubican en un muro de contención de la canalización de un río.

La gente que vive en el vecindario puede hacer uso de esos 'terrenos' en los que se proporciona riego de forma gratuita. Tienen derecho a su uso las famílias en las que haya algún miembro de menos de 21 años o mayor de 60 años.

Evidentemente estos dos casos prácticos no son la solución idónea pero tratan de aportar soluciones al hecho que planteábamos al inicio. ¿Cómo puedo disponer de un pequeño huerto si vivo en una gran ciudad?. Son dos planteamientos muy distintos y suponemos que orientados a conseguir resultados de diferente magnitud. El primero es un modelo de barrio concebido a priori en el que se intentan establecer una serie de patrones urbanísticos y sociales diferentes a los habituales para ofertar un producto alternativo, orientado a otro tipo consumidores de ciudad. El segundo es una aplicación a posteriori que trata de aprovechar ciertos elementos existentes en una hiperurbe como Tokyo, donde el metro cuadrado es un bien escaso, para que algunos de sus habitantes tengan el miniprivilegio de poder realizar una actividad dificilmente concebible en este tipo de suelos. Uno trata de crear ciudad y el otro trata de aprovechar las existencias para ofrecer alternativas de usos. Suponemos que los resultados serán bien distintos y no sabríamos decir que iniciativa nos seduce más. Ni siquiera sabríamos decir si nos seduce de verdad alguna de las dos.

Nos llama la atención de manera especial el caso de Tokyo porque tiene la apariencia de ser algo menos planificado y que podría dar lugar a situaciones más aleatorias. Es curioso observar los resultados para ver lo desarrollado que tenemos los hombres el sentido de la propiedad individual, hasta el punto de llegar a vallar nuestro minihuerto. Y también es interesante ver cómo se produce una periódica personalización de cada parcela, dependiendo del tipo de cultivo de cada una o mediante la colocación de objetos tales como espantapájaros. Por lo que hemos visto, este tipo de iniciativas también se han llevado a la práctica en algunos distritos de Barcelona, aunque con instrumentos quizá un poco menos interesantes desde el punto de vista arquitectónico.

En conclusión, que a pesar de que sean situaciones muy puntuales, parece que si uno se lo propone puede ser posible conseguir un pedacito de planeta para poder cultivar tres o cuatro alimentos básicos y aprender así algo que todos deberíamos saber desde pequeños. Si lo han podido hacer en Tokyo con todos los problemas de espacio que existen allí, puede hacerse en cualquier ciudad del mundo.