Estamos en la antigua Saigón, actualmente llamada Ho Chi Minh City.
Personalmente nos atrae mucho más el nombre antiguo de Saigón, y esta opinión no tiene nada que ver con cuestiones políticas ni territoriales. Únicamente es por estética lingüística. El viaje avanza con pasos cada vez más rápidos y no queremos ni pensar que todo lo que tiene un comienzo tiene un final. Es preferible vivir el día a día y no pensar en nada más. Y aquí el día a día da para mucho.
Tras haber sobrepasado con creces el ecuador del viaje y haber respirado este maravilloso país durante un tiempo suficientemente amplio, tenemos ciertas ideas más claras sobre las cosas que hemos visto y que estamos viendo. Nuestras mentes se han ido adaptando poquito a poco al "estilo de vida asiático".
Como dijo hace ya unos cuantos días un amigo que conocimos por aquí: "Asia agota... pero engancha". Nos parece que esta sabia frase es el perfecto resumen de este viaje.
Saigón no tiene el encanto de Hanoi y no se come tan bien como en Hue o Hoi An, la calidad de casi todos los servicios baja un poco con respecto al resto de destinos, y en todas las guías te dicen que es la única ciudad vietnamita donde puedes encontrarte con algún problemilla de robos... aunque la verdad es que nosotros no hemos notado nada de inseguridad. Saigón no tiene tanto gancho como otras ciudades-mercado, pero a nosotros nos ha parecido genial pasear un par de días por sus históricos rincones.
Lo mejor de Saigón no es la ciudad en sí misma sino su ubicación. A una distancia relativamente corta, se extiende implacable la interminable lengua de la desembocadura del río más largo del sudeste asiático, el Mekong. Sólo el delta del Mekong se extiende a lo largo y ancho de 40.000km2 con las nueve lenguas en las que se divide el río y sus más de 3.200km de canales navegables, desembocando todo su caudal en el cálido Mar de la China Meridional. Hemos navegado por sus aguas durante 3 días viendo multitud de mercados flotantes y pueblos también flotantes (floating villages) y conociendo parte de las minorías étnicas que habitan sus orillas plagadas de mosquitos. Una gran experiencia.
En breve volaremos hacia Siem Reap en Camboya. En principio teníamos pensado realizar este trayecto remontando en barco el río Mekong hasta Phnom Penh y de ahí continuar en autobús hasta Siem Reap pero tras los días de retraso que sufrimos por el incidente con el tifón Kammuri, decidimos ir a lo seguro y volar directamente a Siem Reap desde Saigón para poder ver los templos de Angkor disponiendo del tiempo suficiente.
Esto es maravilloso. La vivencia es única. Asia es directamente otro jodido planeta.
Personalmente nos atrae mucho más el nombre antiguo de Saigón, y esta opinión no tiene nada que ver con cuestiones políticas ni territoriales. Únicamente es por estética lingüística. El viaje avanza con pasos cada vez más rápidos y no queremos ni pensar que todo lo que tiene un comienzo tiene un final. Es preferible vivir el día a día y no pensar en nada más. Y aquí el día a día da para mucho.
Tras haber sobrepasado con creces el ecuador del viaje y haber respirado este maravilloso país durante un tiempo suficientemente amplio, tenemos ciertas ideas más claras sobre las cosas que hemos visto y que estamos viendo. Nuestras mentes se han ido adaptando poquito a poco al "estilo de vida asiático".
Como dijo hace ya unos cuantos días un amigo que conocimos por aquí: "Asia agota... pero engancha". Nos parece que esta sabia frase es el perfecto resumen de este viaje.
Saigón no tiene el encanto de Hanoi y no se come tan bien como en Hue o Hoi An, la calidad de casi todos los servicios baja un poco con respecto al resto de destinos, y en todas las guías te dicen que es la única ciudad vietnamita donde puedes encontrarte con algún problemilla de robos... aunque la verdad es que nosotros no hemos notado nada de inseguridad. Saigón no tiene tanto gancho como otras ciudades-mercado, pero a nosotros nos ha parecido genial pasear un par de días por sus históricos rincones.
Lo mejor de Saigón no es la ciudad en sí misma sino su ubicación. A una distancia relativamente corta, se extiende implacable la interminable lengua de la desembocadura del río más largo del sudeste asiático, el Mekong. Sólo el delta del Mekong se extiende a lo largo y ancho de 40.000km2 con las nueve lenguas en las que se divide el río y sus más de 3.200km de canales navegables, desembocando todo su caudal en el cálido Mar de la China Meridional. Hemos navegado por sus aguas durante 3 días viendo multitud de mercados flotantes y pueblos también flotantes (floating villages) y conociendo parte de las minorías étnicas que habitan sus orillas plagadas de mosquitos. Una gran experiencia.
En breve volaremos hacia Siem Reap en Camboya. En principio teníamos pensado realizar este trayecto remontando en barco el río Mekong hasta Phnom Penh y de ahí continuar en autobús hasta Siem Reap pero tras los días de retraso que sufrimos por el incidente con el tifón Kammuri, decidimos ir a lo seguro y volar directamente a Siem Reap desde Saigón para poder ver los templos de Angkor disponiendo del tiempo suficiente.
Esto es maravilloso. La vivencia es única. Asia es directamente otro jodido planeta.
"Saigon... shit; I'm still only in Saigon... Every time I think I'm gonna wake up back in the jungle. When I was home after my first tour, it was worse. I'd wake up and there'd be nothing. I hardly said a word to my wife, until I said "yes" to a divorce. When I was here, I wanted to be there; when I was there, all I could think of was getting back into the jungle. I'm here a week now... waiting for a mission... getting softer; every minute I stay in this room, I get weaker, and every minute Charlie squats in the bush, he gets stronger. Each time I looked around, the walls moved in a little tighter. "
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