No construyas pintoresco.
Deja tal efecto para los muros, las montañas y el sol. El hombre que se viste
de manera pintoresca no es pintoreso sino un payaso. El campesino no viste de
manera pintoresca sino que lo es.
Construye tan bien como
puedas. No mejor. No te vanaglories. Y no peor. No te rebajes con intención
hasta un nivel más bajo del que fuiste colocado por tu nacimiento y educación.
Fíjate en las formas en las
que construye el campesino. Pues son de la sustancia acumulada de la sabiduría de
los antepasados. Pero busca el porqué de la forma. Si los adelantos de la
técnica han hecho posible mejorar esa forma, empléese siempre esa mejora. La
hoz es sustituida por la trilladora. La llanura necesita una estructuración
arquitectónica vertical; la montaña, una horizontal. La obra humana no debe
competir con la obra de Dios. El Habsburgwarte estorba a la cadena del
Wienerwald, pero el Husarentempel encaja armónicamente.
No pienses en el tejado
sino en la lluvia y la nieve. Así piensa el campesino, y por ello construye en
las montañas el tejado más plano que le es posible según sus conocimientos
técnicos. En las montañas la nieve no debe deslizarse cuando ella quiere, sino
cuando el campesino quiera. El campesino, por tanto, tiene que poder escalar el
tejado sin peligro para su vida, para poder quitar la nieve. También nosotros
tenemos que construir el tejado más plano que, según nuestra experiencia
técnica, nos sea posible.
¡Sé veraz! La naturaleza sólo se vincula con la
verdad. Vive en buena armonia con puentes de hierro entramados, pero a los
arcos góticos con torres de puentes y saeteras los rechaza. No temas ser
tachado de inmoderno. Sólo se permiten cambios en la antigua manera de
construir si representan una mejora, si no, quédate con el antiguo. Pues la
verdad, aunque tenga cientos de años, tiene más relación intima con nosotros
que la mentira que avanza a nuestro lado.
Extraído de
"Escritos II (1910-1931)" de Adolf Loos
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