About Multido

25 mar 2015

Cross Check

Photo by JA / Xinjiang Province, China / 2016
Hace mucho tiempo que perdí el poco miedo que tenía a volar. Simplemente desapareció sin avisar. Supongo que fue gracias al autoconvencimiento de que no sirve de nada temer a cosas que están totalmente fuera de nuestro control. Así que mi mente decidió un buen día tomarse al pie de la letra aquel famoso proverbio chino que dice algo así como: 'Si un problema no tiene solución, ¿para qué vas a preocuparte por él?'.

Y ese temor se esfumó por completo.

El caso es que los miedos, sean del tipo que sean, son involuntarios y difícilmente controlables. Aparecen y desaparecen como por arte de magia pero nunca se acaban de marchar del todo. A veces se quedan agazapados en algún rincón y deciden tomarse un descanso que con un poco de suerte, puede durar toda la vida. Nosotros poco podemos hacer para mantenerlos calmados salvo no perturbar demasiado su retiro. Porque esa es la única opción que nos queda: intentar que permanezcan dormidos durante el mayor tiempo posible.

El problema es que tienen el sueño muy ligero.



20 mar 2015

Dinámicas y Operaciones

Photo by JA / Kyoto, Japan / 2019
Para ser sincero no recuerdo exactamente cuándo decidimos bautizar un sueño con ese nombre. Ahora suena quizá algo ridículo, aunque creo que sonaría igualmente ridículo si hubiésemos tomado la decisión de llamarlo de cualquier otra manera. Los nombres son productos del momento puntual en que los elegimos y se quedan marcados a fuego cuando los asignamos. Son una marca asociativa. Una referencia. Una codificación. Y al igual que nuestros nombres propios, son para toda la vida y no tiene demasiado sentido cuestionarlos en exceso. Porque definen quiénes somos. Porque nos llevan irremediablemente asociados. Porque son nuestra alusión. Nuestro parámetro de búsqueda. Nuestro algoritmo.

En aquellos días sólo teníamos una cosa clara. No queríamos que aquel sueño estuviese vinculado a nuestros nombres o apellidos. No nos gustaba demasiado la idea de repetir el aburrido y caduco modelo de tantos y tantos otros ni nos seducía el hecho de que nuestro rincón particular, aquel lugar donde todo era posible porque nada estaba hecho ni escrito, estuviese compuesto por los todos o las partes que nos codificaban a nosotros mismos como individuos. Ese espacio no debía ser un conjunto de códigos preexistentes sino una disociación absoluta de los mismos. Un punto de partida. Un salto al vacío. Un paisaje nuevo que pudiese evolucionar sin ataduras y sin prejuicios. Un desierto donde predicar más o menos libremente, sin referencias, ni asociaciones, ni puntos de apoyo. Una página en blanco. Un renglón aparte.

Y así fue como decidimos llamarlo multido.